Si
me dejas trasponer esa barrera
que
separa tus labios de los míos
y
logro convencerte que esta noche
dejemos
el café para después
tal
vez los relojes se detengan
y
pueda conocerte de colores
tras
catar el abanico de sabores
que
oculta el laberinto de tu piel.
Solo
así sortearé cada muralla
que
distancia el hielo de la hoguera
y al
cauce vacío del torrente
pues
desnudos no existen las fronteras...
por
lo tanto, propongo permitamos
rodar
al amor por las alfombras
y
dejar que las caricias estremezcan
hasta a la
frágil silueta de tu sombra.
Marcelo
Posada