Antes
de ti,
esa
secuencia rutinaria
de
besos que se ofrendan
y
sillones con la ropa,
de
escribir poemas destinados
a
persuadir en esos bares
de
mesas solitarias y sin copas.
Antes
de ti, caricias en la noche
que con
la luz de la mañana
perdían
la memoria,
y
sepultadas por el tiempo
bajo
sus escombros,
no
acudían a rescatarme
por
temor a naufragar
en el
insomnio.
Antes
de ti,
la
continua penitencia
que
comulgan los amantes,
entre
los pasillos vacíos
sin ser
vistos
y los
espejos compartidos
un
instante.
He
dejado atrás ese cansancio
de
perderme en la penumbra
de los
cuartos que se alquilan,
en las
sabanas momentáneas
y la
llave en los cerrojos
de las
puertas que se olvidan.
Decidí
no mentir más amores
ni ser
solo una parte
en algunas
vidas ajenas,
desde
que fuiste la espada
que
atravesó la coraza del alma
y a sus
escudos de piedra.
Marcelo
Posada
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